Con la celebración de Pentecostés, el domingo pasado, terminamos el tiempo de la Pascua y retomamos el tiempo ordinario.
Llenos del Espíritu Santo nos aproximamos a celebrar la solemnidad de la Santísima Trinidad, el domingo 15 de junio a las 12h, lo cual nos llena de júbilo por ser, además, un día muy señalado en nuestra parroquia que lleva el nombre del que es Uno y Trino, la Trinidad Santísima.
Con tu participación y la de todos los grupos, pastorales, ministerios y feligreses que la conforman, acudiremos, reconociendo la divinidad de las tres personas diferentes y un único Dios verdadero.
La Santísima Trinidad no es amada.
Dios nos ha creado para llenarnos de Él, de su amor, y hemos de retornarlo como hijos plenos de Dios. Somos su proyecto de amor desde la eternidad.
Pero, ¿conoces realmente a la Trinidad?
Este encuentro se da desde la oración, pero no es mágico. Es un camino que podemos vislumbrar en la vida de los santos, hombres quienes a pesar de su pequeñez eligieron seguir una vida de oración continua, activa y profunda que les permitió llevar a cabo su apostolado y alcanzar el llamado a la santidad, al cual tú y yo estamos llamados.
Eres importante para Dios, por ello, a través de la oración sencilla, posible para ti, puedes llegar a tener una disciplina espiritual que te acerque a conocer esa Trinidad.
Puedes encontrar mil disculpas… No tengo tiempo, no sé orar, no tengo constancia, no veo resultados. Pero recuerda siempre que el amor de Dios no se contradice, no te falla, pues somos llamados a la unión con Él. A la santidad. Él te da los medios y recursos… la Gracia.
Has sido creado para conocer y amar a la Santísima Trinidad, pero… la Santísima Trinidad no es amada porque no es conocida.
¿La conoces por la doctrina cristiana? ¿Por el Catecismo?
No es suficiente. Necesitamos que la Trinidad se manifieste plenamente a nosotros, sus hijos. La esencia de los hijos de Dios, de los cristianos, es vivir en una relación de amor y unión con Dios mediante una experiencia plena de la Santísima Trinidad en nuestra alma. Experiencia amorosa, contemplativa-activa, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
No son iguales. Son tres personas distintas. Como no somos iguales cada uno de nosotros. Como no son iguales cada uno de los miembros de tu familia.
Estas tres personas distintas se manifiestan en tu corazón y en tu alma de manera distinta. Seguramente lo habrás experimentado en alguna ocasión. El paso de Dios Padre, el de su Hijo, el de su Espíritu; cada uno de manera diferente y única; en diferentes momentos de tu vida.
Estas tres personas desean revelarse, desvelarse ante ti, lo cual se da a través de la oración y la contemplación. Todos estamos llamados a atender esta necesidad que tenemos de la Trinidad, de encontrarla en la Séptima Morada, como lo citaba Santa Teresa, la unión en plenitud con Dios. Busquemos la contemplación de este gran milagro de Amor.
Es posible. Es oración. Y depende de nuestra relación de amor y comunión con las tres personas Divinas.
No es una utopía, una fantasía, un imposible.
Es un camino. No hemos sido creados tan solo para alcanzar el purgatorio. Nuestro Padre nos creó para ser santos y vivir en su presencia Santa y Trinitaria, pero no la conocemos.
¿Por qué no conocemos a la Santísima Trinidad?
Porque no oramos, no contemplamos, no nos silenciamos lo suficiente. Dios nos quiere plenos de su luz y amor con estas tres personas Divinas, lo que nos lleva, por consiguiente, a vivir la plenitud personal con nuestro entorno inmediato, nuestras familias, amigos, conocidos y con la humanidad, ya que somos parte de ese cuerpo místico de Dios.
Si aún no llegas a esa plenitud, que es normal, ya que es un camino a recorrer, la solución es llegar al corazón de Dios, sumergirnos, navegar en Él, en su corazón, aceptando su Divina Voluntad. Confiar.
¿No te llena de alegría tan solo pensar que eres amado y elegido del Señor?
“Desconocer las Escrituras es desconocer a Jesucristo”, afirmaba San Jerónimo.
Si no leemos la Biblia, si no hacemos parte de nosotros este legado, ¿cómo podremos conocerlo?
¿Lees el Evangelio, los Salmos, el Antiguo Testamento… lo meditas, lo haces tuyo, lo saboreas?
Cuando amas a alguien, quieres saber todo de esa persona. Lo que piensa, cómo reacciona, su historia, su procedencia, sus aventuras, sus secretos.
Es imposible amar verdaderamente lo que no conocemos.
Pero si leemos la Biblia con humildad, con la necesidad del que padece hambre, del que tiene sed, saboreando cada palabra y rumiando no nuestras preocupaciones y deseos, sino nuestra necesidad de nutrirnos de ese Dios que nos habla, podemos llegar a conocerlo y amarlo, dejándonos de lado y centrándonos en nuestro mayor bien, que es Dios mismo, hasta vislumbrar poco a poco, palabra a palabra, su esencia.
Haciéndonos como niños necesitados hasta alcanzar esa infancia espiritual y volver al corazón profundo, proceso que le encantaba a San Agustín, porque es allí en ese lugar, en lo profundo de tu corazón, donde habitan nada menos que las Tres Personas Divinas. La Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
El camino para encontrar ese lugar Divino y precioso es simple, sencillo, profundo… El lugar tan cercano donde habita la Trinidad Sacrosanta, quien todo lo sana, recrea y transforma.
Enamórate de Dios a través de la oración simple y perenne que nos lleva a la santidad. Todos tenemos la necesidad de hallar ese lugar, todos tenemos la necesidad intrínseca de orar que nos lleva a encontrarlo.
Todos somos niños ante Dios, todos somos vulnerables.
La oración es para ti y para mí, porque a través de ella experimentamos la bondad que nos hace bien.
Es un camino simple, porque Dios es simple. Es un camino que nos permite experimentar el amor, porque Dios es amor.
Oremos, contemplemos, amemos y enamorémonos de la Santísima Trinidad.
Alegrémonos porque Dios nos da la gracia de conocerle a Él en la Santísima Trinidad
Y digamos, confiados…
Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, Santísima Trinidad, haz en mí tu voluntad e impúlsame a hacerla.
Amén.