La alabanza y la danza son expresión y manifestación de la gloria de Dios, recordando todos los beneficios que Él nos ha dado y derramando toda la alegría como David y otros santos, bailando en la Presencia de Dios y a través de ella, permitiendo que el Espíritu Santo se manifieste a través de sus hijos redimidos. Debe ser magnifica y exquisita la danza de los ángeles delante del trono del Santo de los Santos, cuando nosotros, pecadores, nos entregamos a Jesús en alabanza y adoración como se adora a Dios en el cielo por cuanto se ha manifestado en la Tierra.
La danza en la Iglesia, es parte de las llamadas danzas ministeriales cuyo autor único es el Espíritu Santo. Dicha inspiración es recibida por el danzor y se manifiesta en el movimiento, para llevar un mensaje a nuestros hermanos y adorar a nuestro buen Dios. Antiguamente, esta danza era ministrada por los levitas y adoradores del Señor Dios Todopoderoso, de modo espontáneo, en gran parte, o incluso mediante coreografía, cuyo énfasis era y sigue siendo, el mensaje espiritual en el carácter de la adoración y alabanza, y no la belleza ni su estética, aunque sea en parte, con la intención de darle vida a la palabra de Dios.
Conscientes, los movimientos se inspiran, guiados o dirigidos por el Espíritu Santo a favor de la bendición del mismo «ministrador» y sus hermanos, buscando siempre que sean fieles adoradores. Es importante entender que la divulgación es descubrir y comunicar la verdad divina que se manifiesta por Dios a las personas, la revelación que Dios ha dado a sus hijos, en una serie de formas creativas, como el canto, la escritura, a través del drama, la música instrumental y la danza.
La gloria del Señor llega, manifestada en el Espíritu de la Palabra, la oración, la Eucaristía, invadiendo el ambiente, con lo que en la percepción del poder y la presencia de Dios, en consecuencia vendrá la alegría, la gratitud, la necesidad de adorar y alabar a nuestro Dios por su amor y generosidad sin limites.
María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un tímpano y todos le seguían con tímpanos y danzando en coro. Y María les entonaba el estribillo: «Cantad a Yahveh pues se cubrió de gloria. arrojando en el mar caballo y carro.» Ex 15, 20-21
«Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; hay diversidad de actuaciones, pero es el mismo Dios que obra todo en todos». I Corintios 12:4-6
Nuestro buen Dios ha tenido a bien regalarnos con diferentes dones, carismas, talentos. Lo que viene de Dios a Dios ha de retornar, así que hemos de poner estos dones y talentos al servicio de nuestra Iglesia y de nuestros hermanos. La música, la danza, la adoración y mas…para la gloria de nuestro gran Dios. Es tiempo de que los adoradores adoren al Padre en espíritu y en verdad. Él, es digno de alabanza y de la gloria.
Muchos de los dones y talentos que el Señor nos ha dado están por descubrirse. Puede que tú, aún no seas consciente de ellos.
Jóvenes, os invitamos a hacer parte de Maranathá, un espacio para la danza, adoración y alabanza en nuestra Iglesia en movimiento. Venid y descubramos juntos cuales son vuestros dones y pongámoslos a sus pies, para que Dios mismo, mediante su Espíritu, nos permita ponerlos en acción y le rindamos gloria.
Adoremos y bendigamos juntos al Santo de los Santos. Dancemos con júbilo.
Maranathá… !Ven Señor Jesús!
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