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RenovaciónCarismatica

Somos grupo de oración de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu, que nació a principio de los años 80. Por esta época se oía de las apariciones de Medjugorje y se le comenzó a llamar… Reina de la Paz. Reunió algunos jóvenes de confirmación y personas que habían hecho experiencias en las Asambleas Carismáticas de Madrid.

Hay un cúmulo de personas que ayudaron a fundar este grupo, aunque el fundador es siempre el Espíritu Santo. Hubo un carmelita que acompañó al principio, otros laicos y matrimonios. A lo largo de su vida el grupo también contó con la cercanía del José Luis, el P. Bengoechea y el P. Doménech. Lucio, es el más reciente entre los muchos sacerdotes que en algún momento colaboraron en su desarrollo.

San Juan Pablo II definió así la Renovación Carismática:

"Es una manifestación elocuente de la vitalidad siempre joven de la Iglesia, una expresión vigorosa de lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias al final del segundo milenio"

Para comprender la Renovación en el Espíritu, hay que asomarse a la experiencia de los Apóstoles en Pentecostés. El Cenáculo es el lugar donde los cristianos se dejan transformar por la oración, en torno a María, para acoger al Espíritu. Y es también el lugar de donde salen para llevar «hasta los confines de la tierra» el fuego de Pentecostés.

La misión de la Renovación Carismática es hacer presente hoy en el mundo la experiencia de Pentecostés. Confirma así su vocación de servicio a la Iglesia, que fue enriquecida con los carismas del Espíritu desde su nacimiento en el Cenáculo.

La historia de la Renovación Carismática Católica está unida al concilio Vaticano II y al papel que en él se asigna a los laicos dentro de la Iglesia. En 1.961, Juan XXIII lo convocaba orando así al Espíritu Santo: «Renovados en nuestra época, como en un nuevo Pentecostés, vuestras maravillas …»

El 18 de febrero de 1.967, treinta estudiantes y profesores de la universidad de Duquesne en Pennsylvania, hacían un retiro espiritual para profundizar en la fuerza del Espíritu, dentro de la Iglesia primitiva, ausente en el cristianismo que ellos veían languidecer. La llamada tuvo una respuesta sorprendente: «Lo que empezó allí, gracias a Él – explicó David Mangan- fue una capacidad nueva para estar a su escucha… «Dios tomó de su mano el formarme para lo que Él quería de mí». La experiencia de la efusión del Espíritu se repitió en las universidades de Notre-Dame, en South Bend, Indiana, y en Michigan.

 

Somos hermanos en la fe de todas las edades y condiciones que hemos vivido la experiencia de un nuevo Pentecostés a través de la efusión del Espíritu Santo. Nos reunimos todos los viernes y todos los meses del año a las 20h en verano y 19h en invierno.

 

Este encuentro vivo con Cristo se traduce en una vivencia cercana de Jesús en nuestro día a día, poniendo en práctica los dones y carismas que Dios nos regala. El fuego que Dios nos ha regalado -enamorándonos más de su Iglesia y de su Palabra- lo cuidamos a través de nuestro encuentro semanal de oración de alabanza y misa con adoración en la parroquia, donde a través de la alabanza, la adoración, los testimonios y enseñanzas vamos convirtiéndonos en discípulos misioneros para propagar la Buena Noticia.

 

Además de participar en el grupo de oración donde nos nutrimos de la fuerza del Espíritu, pertenecemos a distintas realidades, ministerios y servicios dentro de la Iglesia diocesana y la parroquia. Este fuego que vivimos también se le van poniendo tuberías, participando en formación teológica y retiros en tiempos fuertes.

 

El grupo está abierto siempre a todas las personas que quieran hacer una experiencia de oración de alabanza y experimentar un nuevo Pentecostés. Se puede ir y venir al grupo sin necesidad de estar adscrito. Está disponible a cualquier persona de cualquier condición, ya sea célibe o religioso, sacerdote, personas que pertenecen a movimientos de la iglesia pero que quieren conocer la oración de alabanza, jóvenes, mayores o familias. Todos juntos formamos el precioso Pueblo de Dios.

 

Hay personas más comprometidas con su asistencia al grupo, entre ellas cuatro servidores elegidos por un periodo de tiempo tratamos de organizar y velar por el buen funcionamiento del grupo.
Nuestra misión es renovar la Iglesia y el mundo, con la ayuda de los dones y carismas del Espíritu Santo, sirviendo en nuestras parroquias, movimientos, delegaciones y todos los lugares a los que el Señor nos llame.

Reunidas en el Charis,(Oficina en Roma que coordina y reúne todas las comunidades y grupos carismáticos de la Iglesia) tres cosas nos ocupan: difundir la efusión del Espíritu, atender a los pobres y marginados, practicar el ecumenismo. según lo ha pedido El Papa Francisco a todas las realidades Carismáticas.

 

 

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