Emaús llegó a la Diócesis de Segorbe-Castellón en 2017 por la inquietud personal de quien, habiendo participado en el retiro en Valencia, sintió la necesidad de que otras personas pudieran vivir esa misma experiencia.
Durante 2018, en oración y adoración, se invitó a participar en retiros de Valencia a otras mujeres, así como al párroco de La Santísima Trinidad, llegando a formar un pequeño grupo de apenas 6 mujeres que semanalmente se reunían en la parroquia.
En enero de 2019, el Obispo de Segorbe-Castellón, bendijo el apostolado que comenzó su andadura para poder celebrar el primer retiro (octubre 2019).
Al mismo tiempo se invitó a vivir la experiencia de Emaús a algunos hombres que también comenzaron a reunirse en oración y adoración celebrando el primer retiro en noviembre de 2021.
Emaús es hoy, una realidad eclesial que se ha expandido hacia el norte (San Jaime Apóstol- Oropesa del Mar) y hacia el sur de la Diócesis (Ntra. Sra. de La Asunción – La Vall d’Uixó).
No es un movimiento de la iglesia, sino una realidad del Primer anuncio que responde a lo que el Concilio Vaticano II advirtió respecto al importante papel de los laicos para impulsar la nueva evangelización. De hecho, es un retiro de laicos para laicos en comunión con la Doctrina de la Iglesia Católica.
Desde San Juan XXIII, pasando por Juan Pablo II, Ratzinger y el actual Papa Francisco con el impulso de la sinodalidad, consideran que los laicos deben asumir también la misión evangelizadora de anunciar a Jesucristo
Emaús: el encuentro en el camino, que transforma vidas
Tal como se relata en las Sagradas Escrituras (Apocalipsis 3, 20) Jesús nos llama constantemente, y no se cansa de hacerlo, somos nosotros quienes debemos estar en disposición de escuchar su voz y abrir la puerta para que Él entre en nuestro corazón.
Esta invitación de Jesús cobra vida de manera palpable en el Retiro de Emaús, una experiencia transformadora que reproduce, en la actualidad, el pasaje evangélico de Lucas 24, 13-35.
De hecho, los participantes recorren simbólicamente el camino que separa Jerusalén de Emaús en 48 horas muy intensas en las que el mismo Jesús se hace presente en algún momento del camino. Es la apertura de corazón el aspecto fundamental para que Jesucristo se haga presente en el trayecto y se siente a cenar en la mesa con ellos.
Jesús camina, escucha y les habla a través de las Sagradas Escrituras. Esto es precisamente lo que genera en los dos discípulos la petición definitiva para que Jesús se quede con ellos.
Lo que distingue a Emaús no es solo su formato, sino la intimidad espiritual que genera. Desde el primer momento, los asistentes sienten la calidez de una comunidad dispuesta a escuchar, a orar y a acompañar. Emaús no es solo un lugar ni un pasaje bíblico, es una experiencia viva de fe.
Hoy, como hace más de dos mil años, Jesús sigue encontrándose con quienes lo buscan, transformando corazones y encendiendo en ellos la llama del amor y la esperanza. «Tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio» (Lucas 24, 30). En este sencillo gesto, los participantes del Retiro de Emaús reconocen a Cristo y encuentran el propósito de volver al mundo como testigos de su amor.
Y es que la experiencia de Emaús no finaliza en el retiro. Más bien lo contrario. Emaús se convierte en el punto de partida. Los participantes al regresar a su hogar, están también regresando simbólicamente a Jerusalén. Y lo hacen con un fuego renovado, con el deseo de llevar a Cristo a sus familias, comunidades y entornos laborales.
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